domingo, 23 de diciembre de 2007

Arqueología Social Latinoamericana: sobre sus aportes y debilidades.

La Arqueología Social Latinoamericana (ASL en adelante) fue un proyecto que renovó el proceder arqueológico en los setenta. En esta entrada, nos proponemos discutir las críticas y potencialidades de esta corriente, albergándonos bajo distintas miradas de los teóricos nacidos desde el revolucionario libro Arqueología como Ciencia Social de Lumbreras.

Esta publicación, sumada a la influencia del materialismo Histórico en la arqueología, como vimos en la entrada anterior, introdujo ciertos conceptos a la disciplina como lo fueron “trabajo”, “medios, objetos y modos de producción”, “producto”, etc… Esta influencia teórica permitió que los mismos investigadores, desarrollaran términos explicativos como “modos de vida”, formación económico-social o sociedad concreta. No obstante estos aportes de la teoría marxista y la particular interpretación y modificación de esta por parte de los autores latinoamericanos, podemos discutir la aplicación esencialista de estos conceptos a la prehistoria. Es precisamente dicho problema el que encara Jorge Rolland quién plantea que no se puede hacer una transposición directa del pensamiento de Marx al estudio del pasado, por lo mismo no se define Marxista (y es de sorprender que el mismo Marx tuviera la misma opinión al discutir la producción tras su obra).


Por lo tanto para Rolland el estudio de las sociedades precapitalistas debe consistir en determinar las configuraciones históricamente específicas de relaciones de alteridad que producen una totalidad concreta en el pasado, lo que implica introducir la historia y considerar las particularidades dentro de cada “formación social” que se estudie. Esto “en español” significa dar lugar a una realidad nueva que debe ser entendida en sí misma, históricamente, en función de las relaciones concretas que la crean.


Dicho esfuerzo lo consideramos válido pues permitirá generar mecanismos explicativos desde la prehistoria misma, considerando el llegar a ser de ciertas sociedades en estudio, ligando, a modo de continuidad, tales formaciones sociales con las del presente, de esta manera para la Rolland, el conocimiento de tales configuraciones pueda ser empleado políticamente en el presente.

Hugo Benavides (2001) también destaca la importancia que posee la ASL en la lucha por profundos cambios sociales en las sociedades neo-coloniales latinoamericanas. De este modo la historia poseería principal incidencia en este intento subversivo debido a que participa del debate político y en cuanto promueve los proyectos de liberación económica. Esto, consideramos, resulta el principal aporte de la arqueología social, puesto que es en el fondo el único intento, entre las distintas corrientes teóricas, de responder la pregunta de ¿porqué hacemos arqueología?. Para la ASL hacer arqueología permite devolver el conocimiento producido sobre el pasado latinoamericano a las personas que buscan validar su presente, así, es un arma de liberación…mucho más cuando emerge desde la misma experiencia latinoamericana del colonialismo y de reacción frente a Occidente, incluyendo a su producción científica.

Benavides así, critica al mito de la ciencia neutral tan pregonada por la Arqueología Norteamericana o Antropología de Occidente. La realidad así, no puede construirse exclusivamente de la evidencia empírica, sino que implica la negociación con un contexto sociopolítico en donde esta se construye y se expresa, es una negociación permanente con el presente- De esta forma. la arqueología y la Antropología Latinoamericana debían comportarse como una “ética crítica”, como “antropología de liberación”. Esto creemos, debe ser un objetivo permanente, que debe trascender nuestra práctica, e incluso cualquier afiliación teórica.

No obstante la crítica de Tantaleán a la ASL nos remite a uno de los puntos claves de nuestra disciplina: la difusión del conocimiento. Este último autor nos demuestra en su publicación del año 2004, que aunque la ASL significó un importante impulso teorético desde Latinoamérica, en cuanto a la reformulación del pensamiento arqueológico, la búsqueda de cambios sociales, la explicitación de conceptos teóricos operativos y la creación de espacios de publicación y de investigación como la Gazeta Arqueológica y el Instituto Andino de Estudios Arqueológicos(INDEA), fue un proyecto que nunca pudo constituirse como un Programa de Investigación Científica. En efecto, creemos, fue una suerte de mito, que funcionaba casi con eficacia simbólica. Es precisamente esta situación de abstracción, donde nosotros acordamos con Tantaleán.

La ASL partió desde una comprensión de Marx y una base epistemológica errada. De hecho Tantaleán critica a Lumbreras por utilizar una perspectiva materialista histórica mecánica, que no abandonaban del todo ideas evolucionistas. Otra parte de su discusión corresponde al tema de la publicación en sus propios mecanismos creados para la difusión de sus ideas. Es efectivamente en estos espacios donde la mayor frecuencia de las publicaciones correspondía a investigaciones histórico-culturales y procesualistas. Por otra parte, no eran precisamente los latinoamericanos los principales redactores en las revistas creadas por los arqueólogos sociales....qué extraña situación…de hecho ¡de 137 textos solo 32 eran materialistas históricos!...

Nos surge entonces la sospecha del real potencial “arqueológico” que posee esta corriente teórica, la que aún contando con un potencial sustento teórico conceptual para la explicación del pasado, no pudo desarrollar una base metodológica efectiva para abordar sus problemáticas. De hecho, abordar la base económica –infraestructura-, el trabajo y los modos de producción, no es, en nuestra opinión, una problemática esencialmente marxista, al menos en arqueología. No olvidemos que Binford ya habría planteado que lo tecnoeconómico debía ser primer nivel de explicación para derivar luego explicaciones socio e ideotécnicas. Algo similar sucede con la infraestructura y la superestructura en ASL, en donde se logra pensar las relaciones de producción y la ideología, solo, desde la base económica imperante… lo único que sobrevive en el registro.

En palabras de Rolland:

“El arqueólogo marxista entiende que, a través del estudio de los testimonios de las actividades económicas (los instrumentos de trabajo, el medio físico u objeto de trabajo, los restos óseos como testimonio corpóreo de la fuerza de trabajo, los productos y los desechos), se puede explicar una sociedad concreta”.

De esta manera, pensamos que el escaso esfuerzo de la ASL por generar metodologías de estudio propias se debe a que sus problemas y áreas de estudio de hecho no son tan innovadores respecto a su antecesora Nueva Arqueología. En este sentido, nunca hubo una superación de contenido empírico de este Programa de Investigación científica. Esto hace que su propuesta revolucionaria sólo haya sido cuestión de “apariencias”, y que en el fondo sólo haya podido funcionar en un contexto específico (ver entrada anterior en “contextualizando”).

En primer lugar, no podemos olvidar que esta corriente surgió en el margen de un contexto sociopolítico Latinoamericano bastante ajetreado, en donde el optimismo que se experimentaba por el cambio social impulsó a mucha gente a exigir autonomía y la reformación de sus actuales condiciones de existencia. De esta manera, la Arqueología Social encontró un público ansioso… espectadores que se cautivaron por esta nueva manera de contribuir a la mejora social de aquellos tiempos. Podemos vislumbrar entonces, que el escenario crítico auspició a la ASL, que se presentaba como disciplina que ayudaría a desenmascarar el colonialismo y las diferencias sociales. Este nuevo proyecto así, haría explícitas estas contradicciones y les daría una base histórica con el sustento material y explicativo mediante la reconstrucción de la prehistoria.





No obstante nos preguntamos ¿qué queda de eso hoy en día? ¿Habrá aquel tipo de arqueología crítica que pretenda dichos objetivos reformadores?

Creemos que sí, sin embargo tales objetivos de renovación y cambios casi no exceden a la crítica y reformulación de nuevas teorías, es decir, la discusión no va más allá del ámbito meramente académico, por lo que el panorama consiste en seguir mirando al pasado sin tal compromiso político de antaño, cual era, incidir en la realidad social como agente de cambio político-económico. Mucho menos ahora, si pensamos en que la actual sub-disciplina de la arqueología, “la impactología” o Arqueología de Impacto Ambiental, sólo se preocupa de recolectar material que pocas veces sirve para algún tipo de legitimación identitaria o validación nacional.

La Arqueología así, ya no parece tener ni un sentido colonialista ni reformista, más bien, contribuye al salvataje de un patrimonio que parece no “devolvérsele” a nadie. Si bien la arqueología de Impacto ambiental, procura conservar el material cultural que se ve amenazado por las obras de construcción generalmente privadas, se le discute que no genere discusión sobre tal material, incluso que esté asociado al capitalismo tardío de hoy en día, siendo que prácticamente todo el trabajo arqueológico lo está.

No obstante este contexto político y económico que actualmente observamos en Latinoamérica, la arqueología no debe dejar de generar propuestas que puedan subvertir el discurso oficial. En el sentido de que no podemos olvidar producir discusiones sobre nuestra disciplina, y la manera en que esta posee implicancias en la sociedad…es decir debemos continuar desarrollando arqueología crítica, que consista en pensar nuestra disciplina en cuanto a su utilidad social, y sin dejar de preguntarnos constantemente el ¿por qué? Y además el ¿para quién hacemos arqueología?, y no tan sólo del cómo la hacemos

Estas así son preguntas que deben seguir abiertas, y nosotros como futuros arqueólogos necesitamos seguir reflexionado sobre esto, por lo que los invitamos a reflexionar junto a nosotros, esperamos sus comentarios!!

[Tal vez así alguno de ustedes pueda llevarse el palustre….]

Referencias Utilizadas
Benavides, H. 2001. Returning to the source: Social Archaeology as Latin American Philosophy. Latin American Antiquity 13:355-370.
Rolland, J. 2005. Yo [tampoco] soy marxista. Reflexiones teóricas en torno a la relación entre marxismo y arqueología. En: Complutum, Vol.16: 7-32.
Lorenzo, J.L.; L. Lumbreras; E. Matos; J. Montané; M. Sanoja y otros. 1979. Hacia una Arqueología social. (Reunión en Teotihuacan, Octubre de 1975). En: Revista Nueva Antropología, Vol.III (12): 65-92.
Tantaleán, Henry. 2004.La arqueología social peruana: ¿mito o realidad? (Artículo aparecido como: L'Arqueologia Social Peruana: ¿Mite o Realitat? Cota Zero 19:90-100).-- [s.c.], España.

3 comentarios:

Omar Pinedo y Henry Tantaleán dijo...

Estimad@s Colegas:
En primer lugar, les felicito por su feliz iniciativa de ampliar los espacios de discusión de la arqueologia, sobre todo, en nuestra tan dependiente escena teórica sudamericana. He añadido su blog al mio (arkeomala.blogspot.com). Alli, tambien podrán encontrar enlaces a otros articulos qu he ido publicando últimamnente.
Un abrazo:
Henry Tantaleán

Anónimo dijo...

y la pregunta sigue... para que una arqueología social? qué o cómo se definiría tal cosa en nuestro contexto actual? podemos discutir el texto?

Anónimo dijo...

Qué bueno que haya discusión al respecto. Estoy convencidísimo que la ASL es la única que puede dar una respuesta a la forma como debemos estudiar, por ejemplo, la arqueología de Mesoamérica. Pero estoy totalmente de acuerdo en seguir construyendo el paradigma y contraponerlo a los modelos que imponen universidades norteamericanas y europeas.
Muchos éxitos.
José E. Benítez